En el último pleno del año se ha realizado la aprobación definitiva del presupuesto de nuestro Ayuntamiento para el año 2019. Ha sido una aprobación un tanto tumultuosa, debido a que no se han estimado ninguna de las alegaciones y sugerencias al presupuesto realizadas por distintos colectivos de nuestro municipio, como asociaciones de mayores, que reclamaban más dineros para proyectos relacionados con la concejalía de mayores, como asociaciones ecologistas que reclamaban más dineros para dar pasos hacia una gestión de residuos tendente a cumplir con los compromisos sobre residuos cero, tampoco se estimó el uso de más dineros para instalación de parques infantiles inclusivos. Y manifestaron su descontento en el propio pleno al grito de “en las urnas nos veremos”.
Unos presupuestos, en cualquier caso, irreales si tenemos en cuenta que, como ha ocurrido con los del 2018, no se van a cumplir las expectativas de ingresos, como no se han cumplido el año pasado, y no se van a cumplir los compromisos de gasto, como ya ha pasado en 2018, año en los que nuestro equipo de gobierno ha tenido que realizar hasta dieciocho modificaciones de crédito para poder cumplir con compromisos y acciones de pago y de inversión que no estaban previstas ni contempladas en el proyecto inicial.
Un ejemplo de pésima gestión de los dineros que los vecinos aportamos a las arcas municipales a través de los impuestos que pagamos, por cierto, los más altos de toda la comunidad de Madrid.
Además, hemos de tener en cuenta que nuestra espléndida empresa de servicios Rivamadrid, en un ejemplo de malísima gestión de personal, ha despedido a dos trabajadores y los tribunales han entendido que han sido despidos improcedentes, de manera que obliga a la empresa a pagar indemnizaciones por valor de 250.000 euros, que, al tratarse de una empresa 100% pública, son euros 100% públicos, es decir, tuyos y míos.
Tenemos una oficina ya de largo recorrido en nuestro Ayuntamiento de defensa de los derechos civiles que nos cuesta 42.000 euros/año y que apenas atiende casos y una nueva externalización de servicios por 36.000 euros para promoción y venta de la marca Rivas, asignada a un asesor político vinculado a IU justo en el año de las elecciones municipales, vaya. Sin contar la asignación de actividades dentro del programa PAMCE de apoyo a los centros escolares, asignadas de manera sistemática a la empresa siete estrellas desde hace muchos años, es decir, muchos euros y a empresas con el espléndido nombre de educadores del pensamiento S.L., para actividades casi siempre relacionadas con feminismo, memoria histórica y homofobia.
Y en esta amalgama de dineros y amiguetes, Rivas continúa con sus inercias, con su conservadurismo de lo mismo, con su tendencia a no querer cambiar, en una suerte de síndrome de Estocolmo colectivo que nos lleva a perpetuar lo mismo en la institución municipal, aunque lo mismo sea lo mismo de mal, lo mismo de amiguismo, lo mismo de siempre. Treinta años de gobierno de la izquierda local que sigue tratando al municipio de Rivas como si de su cortijito se tratara, ante la inacción de todos y la eficacísima, ahora sí, propaganda que nos vende una Rivas ideal que, en el fondo, en la forma y en la superficie, no existe. Ojalá ese “en las urnas nos veremos” sea un brillo de inicio de cambio en nuestra ciudad.
Ricardo Gómez
Portavoz del Grupo Municipal Popular en el Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid