Recientemente se ha celebrado la convención nacional del Partido Popular. Un extenso debate con el objetivo de ajustar el posicionamiento ideológico y programático del Partido, cara a las próximas elecciones y al futuro a largo plazo de un partido que, últimamente, había difuminado sus planteamientos, con una carga, entiendo yo excesiva, sobre temas de corte económico, desatendiendo otras facetas de la acción política.
Ciertamente, la posición en la que el PSOE dejó el país tras la última legislatura de Rodríguez Zapatero, obligó a poner toda la carne en el asador en materias de tipo económico/financieras, con el fin de evitar el rescate, de disminuir una cifra de paro intolerable y de controlar el gasto público que nos colocaba en una situación cercana al desastre. Esas son y han sido y siguen siendo las políticas socialistas siempre, y en la actualidad nos amenaza la posibilidad de la aprobación de unos presupuestos generales del Estado que van en la misma línea: más gasto público, más déficit, menor crecimiento, más peajes a nacionalistas, a la extrema izquierda y filoetarras. Un horizonte nada halagüeño que, en cualquier caso, no irá más allá del mes de diciembre de este año, mes en el que se celebrarán Elecciones Generales y en las que muchos esperamos que el inquilino actual de la Moncloa, que nunca ganó unas elecciones, dé paso a un gobierno que gestione bien, gestione para todos y nos devuelva a la senda del crecimiento y de la libertad: un gobierno del Partido Popular.
En la Convención del PP se trataron diversos temas: se habló de economía y de liberalismo económico que, hasta la fecha, es la fórmula que ha generado mayor riqueza y progreso en la historia; se habló de terrorismo y se reivindicó la memoria, la dignidad y la justicia para las víctimas; se habló de seguridad y de violencia y se afianzó el compromiso en la lucha contra la violencia a la mujer, a los niños, a los ancianos, a los débiles, al hombre, y se reafirmó el convencimiento sobre lo conveniente de mantener la prisión permanente revisable; se habló de educación y se reiteró el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos, es decir una educación en libertad y sin tutelas ideológicas por parte de los poderes públicos; se habló de la necesidad de una justicia imparcial como poder independiente, y de la necesidad de cambiar el proceso de elección de los miembros de Consejo del Poder Judicial, volviendo a la perdida fórmula que consagra la Constitución; se habló de la defensa de la vida, entendiendo que por ética y por supervivencia demográfica España tiene y debe apostar siempre por políticas que defiendan la vida; se habló de la promoción y defensa de la familia como elemento fundante de una sociedad sana, bien cohesionada y en la que los individuos tengan unos referentes que les permitan crecer y ser felices. Muchos asuntos que nos afectan como individuos y como sociedad, que nos afectan como país, que nos colocan en la vanguardia de las naciones en las que merece la pena vivir.
Una convención en la que se pidió un despliegue de la sociedad, frente a un refuerzo controlador y limitante de las libertades que propugna una izquierda anaftalinada. Una convención convincente para una sociedad, para un país, España, que no se merece menos.
Ricardo Gómez
Portavoz del Grupo Municipal Popular en el Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid